¿A dónde va el ciclismo de montaña? Entre la autenticidad, la batería y la moda del gravel
El ciclismo de montaña nació para ser incómodo. Para sudar, caerse, subir donde parecía imposible y bajar por senderos que asustan solo de mirarlos. No era un deporte de masas ni de postureo: era aventura, esfuerzo y conexión con la naturaleza.
Hoy, sin embargo, esa identidad se encuentra acorralada. Las bicicletas eléctricas y la fiebre del gravel han irrumpido con tal fuerza que el MTB corre el riesgo de diluirse en un parque temático ciclista donde todo se vale y nada exige demasiado.
El asalto eléctrico
Los datos son claros: el mercado global de e-MTB alcanzó en 2023 unos 7.880 millones de dólares, y se espera que supere los 20.000 millones para 2033. En EE.UU., las e-bikes ya representan el 63 % del crecimiento del mercado ciclista, con una proyección anual del 15 % hasta 2030. ¿De verdad alguien piensa que esto es pasajero?
El discurso es bonito: democratizar el deporte, acercarlo a más gente, permitir que los veteranos sigan rodando. Y sí, eso es cierto. Pero no nos engañemos: la e-MTB no nace del amor por el ciclismo, sino de la estrategia comercial de las marcas, que encontraron en la batería el nuevo filón de oro.
El resultado: senderos saturados, conflictos con excursionistas y la sensación de que el mérito físico se sustituye por un botón de “turbo”. Quien diga que es lo mismo subir un puerto a pedales que con 500 vatios de ayuda, está engañándose.
Gravel: aventura light y negocio redondo
Lo que comenzó como un movimiento contracultural en Estados Unidos hoy es un escaparate perfecto: bicis polivalentes, ropa específica, eventos multitudinarios, influencers y fotos idílicas en Instagram. Es innegable que atrae a nuevos ciclistas y que ofrece experiencias memorables, pero ¿qué tiene que ver con la esencia del MTB? Poco. El gravel evita lo técnico, se queda en lo cómodo, lo fotogénico. Es la aventura “light”: mucho paisaje, poca exigencia.
Incluso voces como Ted King, pionero del gravel, alertan de que la profesionalización y la entrada de la UCI están diluyendo el espíritu grassroots que lo hizo atractivo. Si el gravel nació como rebeldía, hoy se parece más a un producto empaquetado para consumo rápido.
El MTB, arrinconado
El resultado es que el mountain bike “puro” empieza a quedar en una esquina: una disciplina extrema para minorías, mientras la mayoría se deja seducir por motores o por la comodidad de las pistas fáciles. Y aquí está el problema: no hablamos solo de mercado, sino de cultura. La cultura de aprender técnica, de sufrir subidas imposibles, de disfrutar bajadas que no perdonan. Esa cultura está siendo arrinconada por un ciclismo más accesible, sí, pero también más banal.
El argumento de que “todo suma” suena conciliador, pero es ingenuo. El espacio físico en los senderos es limitado, las regulaciones ya empiezan a restringir el acceso de e-MTB en zonas naturales, y la convivencia será cada vez más tensa. Si el MTB quiere sobrevivir, necesita defender su identidad con la misma fuerza con la que otros venden motores y experiencias de catálogo.
Montaña o parque temático
La bicicleta siempre fue sinónimo de libertad. Hoy esa libertad se expresa en plural: eléctrica, gravel, mountain bike tradicional. Pero no nos engañemos: la convivencia no es neutral. Si no se protege el MTB como disciplina de técnica, esfuerzo y autenticidad, pronto quedará como una reliquia romántica para unos pocos nostálgicos del barro.
La respuesta marcará no solo el futuro del MTB, sino la credibilidad de un deporte que nació para desafiar montañas, no para convertirse en un producto de escaparate.
¿Y Tu que opinas? es posible la convivencia de todas las disciplinas o la Bici electrica y el gravel acabaran con el Mountain bike tal y como hay lo conocemos
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