Del corazón de los Pirineos al techo de África: Daniel Cristancho desciende el Kilimanjaro en bici
Blue
Banana lleva a cabo por quinto año consecutivo su proyecto One Shot, con el que la icónica marca de moda y aventura hace realidad imágenes y experiencias
soñadas por deportistas y creadores de todo tipo. Y lo ha presentado en
sociedad con una premiere multitudinaria en el Tap Room de REFU, en la Val
d’Aran.
En
esta quinta edición, bautizada Uhuru (palabra que en suajili significa
“libertad” y da nombre al pico más alto del Kilimanjaro), el protagonista ha
sido Daniel Cristancho, rider no
profesional y guía de montaña de BTT. Tras años de conquistar las montañas más
altas del Valle, inspirado por su madre -”luchó durante años contra un cáncer y
por dar a sus hijos una vida mejor”- y empujado por sus amigos, en su interior
se fue creando el sueño de alcanzar el techo de África. Un 25 de diciembre, la
llamada de su amigo Carlos Farrera
fue el mejor regalo de Navidad: se iba al Kilimanjaro a cargar su bicicleta
durante cuatro días de ascensión hasta los casi 6.000 metros para después
descender pedaleando.
Llegado
el día, Dani estuvo acompañado por otro guía de montaña de MTB, Dani Bosque, así como por los
filmmakers y amigos Carlos y Jaime Varela, quienes transportaron más
de 20 kilos de equipo audiovisual hasta la cima para registrar esta hazaña en
condiciones extremas. Subieron drones, estabilizadores, cámaras, baterías,
comida, tiendas y hasta un generador junto al grupo de porteadores, mientras
Dani nunca soltó su bicicleta de 17 kilos. El resultado: un documental que
combina aventura, superación y técnica, con un relato visual único de la
montaña africana que incluye planos nunca antes vistos. Como el del follow de Dani a Dani.
El desafío de subir y bajar la montaña más alta de África
El Kilimanjaro (Tanzania), con sus 5.895
metros de altitud, es una montaña de ascensión progresiva pero exigente.
“Sales desde la selva en camiseta y acabas con nieve en la cima, el plumón y el
pasamontañas”, explica Cristancho. El frío no fue el único obstáculo al que se
enfrentaron. Dani se lesionó la mano en un tramo previo y estuvo cuidándose
para poder rodar la bajada. Además, todo el equipo sufrió mal de altura en el
último tramo de la ascensión. “Nos faltaba el aire a todos, cada paso se
convirtió en un reto de humildad: avanzabas a 20 centímetros por paso, a dos
kilómetros por hora. Pero finalmente, la emoción de alcanzar la cima nos hizo
llorar”, recuerda el rider.
La
bajada, el momento tan esperado, fue tan espectacular como dura: desde los
paisajes volcánicos áridos y nevados de la cima hasta selvas húmedas con raíces
y monos como banda sonora, fue un viaje
de 26 kilómetros casi enteramente ciclables. Un día y medio de rodaje para
sacar las imágenes soñadas por Dani y dejarlas para la posteridad. Un día y
medio para volver a ver jirafas, leones, flamencos y elefantes y salir del
Parque Nacional y decir “el Kilimanjaro te enseña a vivir el presente”. Y ya a
pensar en el futuro: “¿El próximo paso será superar los 6.000 metros, no?
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